domingo, 19 de octubre de 2008

La historia de Hachiko, el perro fiel.



Foto de Hachiko.


En la entrada de la estación Shibuya (渋谷駅), en pleno centro de Tokyo (東京), se erige una singular y conmovedora estatua de bronce: un perro, sentado en sus dos patas traseras, mira hacia la entrada de la estación ferroviaria. El nombre de aquel perro es Hachiko (ハチ公), quien protagonizará una bella historia de fidelidad a comienzos del siglo XX.


Hachiko nació en 1923 en la ciudad de Odate (大館市),  perteneciente a la prefectura de Akita (秋田県).  Fue un perro de la raza Akita Inu (秋田犬), especie de can perteneciente a la parte norte de Japón. Hachiko, con tan solo dos meses de vida, es enviado a Tokyo, donde su amo,  Ueno Hidesamuro (上野 英三郎) lo esperaba. Ueno era profesor del departamento de agricultura en la Universidad de Tokyo, y obtuvo el canino para obsequiarlo a su hija, que prontamente había abandonado su hogar para ir a vivir con su pareja. Sin embargo, el profesor pronto se encariñó con Hachiko, y decidió quedarse con su cuidado. Incluso, él mismo, bautizó a su nueva mascota como Hachi,  que significa "ocho", pues, observó en las patas delanteras una leve desviación que se asemejaba a una parte del kanji que representa dicho número. Desde allí, comienza a surgir una íntima relación entre ambos, pues, todos los días Hachiko acompañaba a  Ueno hasta la estación de trenes, y, después de comprar el boleto, se despedía de su mascota para marcharse a la Universidad. Hachiko esperaba todo el día en el parque de la estación hasta que el profesor regresara, ya por la tarde. La rutina llamó la atención de los vecinos y paseantes que frecuentaban el barrio, que al poco tiempo también sintieron un gran cariño y aprecio por el can. La costumbre duró hasta el año 1925, cuando, el día 21 de mayo, después que Hidesamuro se despidiera de Hachiko, sufriría un fatal ataque cardíaco en la universidad donde impartía sus clases. Hachiko, sin entender lo sucedido, esperó la llegada de su amo por la tarde y, al ver que no llegaba, decidió quedarse allí. Su fidelidad por su amo lo mantuvo, sin importar las condiciones climáticas,  estacionales ni la persuasión de la gente, merodeando el parque y la entrada de la estación de Shibuya. Los vecinos, que ya estaban al tanto de todo, conmovidos por tal actitud, deciden contratar a un escultor para que levantara una estatua en su honor. Y así, en el año 1934, se erige una estatua en su conmemoración, que, incluso, el mismo Hachiko estuvo presente en su inauguración. El 7 de marzo de 1935, después de esperar 10 años, Hachiko fallece producto de su avanzada edad y una letal filariasis en el mismo lugar donde esperó por tanto tiempo a Ueno.


La estatua inicial fue utilizada para crear armamento durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, en el año 1947, nuevamente se erigió en la estación una en la memoria de tan peculiar perro. También, en la ciudad de Odate existe una estatua que representa a Hachiko con su amo, emplazada en el parque de Ueno. Actualmente, cada 8 de abril se realiza una celebración en memoria de la fidelidad de Hachiko en la plaza de la estación Shibuya.




Escultura de Hachiko en la plaza de la estación Shibuya.








2 comentarios:

turris dijo...

Buena foto!
És un privilegio poder fotografiar esta estatua sin nadie alrededor!
Es un punto de encuentro famoso ante la estación de Shibuya.
Y quedar allí con alguien puede llegar a ser una tortura.
La primera vez que fuí casi ni veo a Hachikô del gentío que lo rodeaba...

Aunque a los Akita Inu se les considera una raza peligrosa, esta historia demuestra que no es el perro el peligroso, sinó quien le enseña a serlo.

Gonzalo Maire dijo...

Tienes razón en todo lo que has dicho, pero más sorprendente es ver que una mascota haya logrado conmover en aquel grado la sensibilidad del japonés. Por supuesto, la estatua Hachiko hasta el día de hoy es un lugar de encuentro en japón.
Saludos, Gonzalo.