Extracto de la investigación realizada para la tesis de grado de la Licenciatura en Artes Mención Historia y Teoría del Arte, titulada: "Puesta en valor de la colección de Estampas Japonesas Clásicas del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile". Santiago de Chile, año 2011.
© Gonzalo Maire.
Registro de Propiedad Intelectual N°: 205469
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“Sólo vivimos para el instante en que
admiramos el esplendor del claro de luna,
la nieve, la flor del cerezo y las hojas
multicolores del arce….
Nos dejamos llevar –como una calabaza
arrastrada por la corriente del río-
sin perder
el ánimo ni por un instante.
Esto es lo que se llama el mundo que fluye,
el mundo pasajero”.
Asai
Ryoi. “Narraciones sobre el mundo efímero de las diversiones” Kyoto 1661.
Trad.: Franz
Winzinger.
El Ukiyo-e (浮世絵) es la denominación
que reciben las xilografías japonesas de comienzos del siglo XVII hasta
mediados del siglo XIX. Estas gozaron de gran demanda e interés por sus temas,
los que aludían a una cultural popular y bohemia floreciente en la época del Shogunato (幕府)[1]. El periodo de mayor esplendor de este formato artístico se
desarrolló durante el Período de Edo (江戸時代) (1615-1868) bajo el régimen del shogunato Tokugawa (徳川幕府), sin embargo, la producción del
grabado ya había comenzado con anterioridad y se proyectó hasta mucho después
de la caída del último shogun. Los
grabados japoneses que respondían a esta vertiente fueron extremadamente
cotizados por la sociedad japonesa burguesa, quienes en este contexto político y
económico ostentaban grandes sumas de dinero y potenciaron, en una gran medida,
el surgimiento de este tipo de grabado a través de tres aspectos generales: en
primer lugar favoreciendo un mercado caracterizado por una gran demanda de
estampas, la consolidación de una industria editorial dedicada a la producción
de obras y, en tercer lugar, una constante profesionalización del artista con
la formación de escuelas para el aprendizaje del arte bajo un régimen de tipo discipular.
Posteriormente, a partir del año 1868, una vez que Japón abriera sus puertos y
accediera al comercio con el mundo, las estampas japonesas fueron un producto
de gran valor comercial y cultural, sobre todo para los artistas europeos que
vieron en ella un modelo, un objeto de estudio y una fuente de estimulación
estética. Entre estos artistas se pueden nombrar a Van Gogh y Matisse. De la
misma manera se dio paso a un fenómeno de curiosidad y seducción por el mundo
japonés colmado de exotismo y fetichismo para el ojo occidental.
El nombre de Ukiyo-e (浮世絵) significa literalmente “pinturas del
mundo flotante y transitorio”, pero el vocablo –sin el sufijo e (de pintura)- comenzó a utilizarse en
la edad media japonesa desde la práctica del budismo como una referencia
directa a un mundo “de penas e ilusorio y
transitorio”[2]. En este sentido,
se proponía al término una interpretación, según el discurso budista
generalizado en la sociedad japonesa por entonces, de la negación de las emociones
y la experiencia sensible en la medida que era considerada una operación y un
uso de las virtudes del hombre de forma intrascendente; de tal manera que,
apartándose del deseo que la realidad impone al ser humano, la búsqueda de la
verdad absoluta se encontraba en la pura reflexión que conducía, a través de un
camino que abarcaba toda la existencia del hombre, al estado de mushin o vacío. Sin embargo, la expresión fue
re-articulada por la sociedad japonesa del siglo XVII hacia una definición
mucho más hedonista: así pues, Ukiyo-e se
constituyó en una referencia al mundo del placer y la carne, los barrios
lujuriosos, la vida alegre, la moda y las representaciones del teatro Kabuki (歌舞伎). En una palabra, todo aquello que formó parte de una cultura
popular que menospreciaba la vida cotidiana y, por el contrario, encontraba
regocijo en la vida bohemia, lúdica, en el espacio particular de la fiesta.
Los grabados japoneses fueron formalizados
a través de la técnica xilográfica, que se define como una composición grabada
donde el artista debe tallar una plancha de madera usando como herramientas
tacos o gubias para crear los blancos de la imagen, vale decir, con la
extracción del material. La xilografía también es denominada como “grabado en
relieve”. Por otra parte, los grabadores empleaban para sus trabajos un modelo ya
pintado, para luego reproducir éste a través de copias que se obtienen de la
imagen grabada. Los grandes resultados formales y estilísticos alcanzados en la
estampa japonesa clásica no fueron meramente al azar, muy por el contrario, son
el resultado de una tradición de más de cuatrocientos años, “en lo que concierne al laminado de los
textos budistas y de los clásicos chinos”[3].
Ahora bien, la xilografía japonesa varía un tanto con la occidental,
principalmente en los que concierne a los materiales empleados, dado que, por
una parte, la plancha de madera se usaba una variedad especial de cerezo,
llamado Yamasakura. Además, los grabadores nipones
tenían a su disposición unas cuchillas de menor extensión para trabajar la
madera, diferenciándose de las utilizadas por los artistas occidentales, asimismo
los colores que se imprimían en las estampas eran confeccionados en soluciones
acuosas de origen vegetal y aplicado a través de brochazos. Caso aparte es el
uso del papel, washi (和紙), que, por sus propiedades y
utilidades en la producción de estampas es un sello característico para este
tipo de grabado.
En
un comienzo, las primeras estampas japonesas se realizaban con planchas de
madera, cobre o arcilla de tres maneras diferentes: la primera se denominaba Inbutsu, donde la estampa se imprimía a
través de una tela o papel con tinta o cinabrio; luego, las Shubutsu, que eran estampas obtenidas
por frotamiento de la un papel sobre la plancha; finalmente, estaban las kanso no inbutsu, que eran estampas con
un carácter metafísico y conceptual: su nombre significaba “Budas estampados
con el pensamiento”, donde se imprimían las planchas en el agua o en la arena. Ya
entrado el siglo XIX se comienza a utilizar un entintado mucho más acuoso, de
manera siempre manual.
En este contexto de innovaciones técnicas
surge un procedimiento de degradados de los colores que recibe el nombre de bokashi; son estas obras los que
constituyen los ejemplos de estampas más característicos en el patrimonio visual
colectivo occidental. Aparte de la degradación del color, los artistas
japoneses desarrollaron una variada especialización y diferenciación de los
procedimientos y herramientas técnicas en la elaboración de las estampas,
siendo las más referenciadas el aizuri-e,
estampa realizada con azul de Prusia (ferrocianuro de hierro); el beni-e, que a diferencia del primero,
éste se hace con negro y coloreado a mano con matices rosas, de gran demanda a
comienzos del siglo XVIII; el benigira-e
es una estampa en colores violeta, azul y gris, puesta de moda a finales del
siglo XVIII; benizuri-e era una
estampa que utilizaba solamente el color verde y rosa, a mediados del siglo
XVIII fue muy popular; kimekoni era
una estampación en seco; kingiuzuri correspondía
a una estampa hecha con polvo de oro, de plata o cobre; y el nishikie es una estampa elaborada con
muchos colores. Es la denominación general para la cromoxilografía japonesa. Su
fecha de origen se remonta a la mitad del siglo XVIII.
Para exponer los cambios que experimentó
la sociedad japonesa en el siglo XVII, así como dar una reseña del origen que
ha tenido el Ukiyo-e, es menester
señalar el contexto general del período histórico anterior al nacimiento del
“mundo flotante”, con el fin de evidenciar más claramente las condiciones de
posibilidad de la estampa japonesa clásica. De esta manera, se debe remontar
hasta el período Momoyama (安土桃山時代), que abarca entre
los años 1573 y 1615. Esta época está marcada políticamente por la unificación
del país luego de variadas luchas civiles entre los señores feudales que
gobernaban Japón desde la Edad Media. Este proceso bélico se caracterizó por
exacerbar la figura de generales y soldados a la categoría de héroes o
leyendas. La urgencia de esta misión se realizó gracias a Oda Nobunaga (織田 信長) y Toyotomi Hideyoshi (豊臣秀吉); el primero no logró terminar esta labor, siendo
asesinado a traición por sus generales en 1582, así fue como Hideyoshi, un campesino que se convirtió
en militar, ocupó su lugar y consiguió unir el país después de grandes batallas
alrededor del año 1590. De este evento fundamental en la historia japonesa, Hideyoshi intenta expandir su territorio
hacia la península coreana en dos intentos: el primero entre 1592-93 y el
segundo en 1597-98. Aunque, sin embargo, no logró los objetivos expansionistas
que se proponía y tras siete años de intentos infructuosos, aunque matizado con
importantes victorias, debido a muerte en el año 1598.
«Ise monogatari».
Publicación del periodo Edo (1616-
1868).
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El gobierno de Hideyoshi contribuyó enormemente a promover un desarrollo cultural estableciendo relaciones directas entre el aspecto religioso, es decir, asentar todavía más el budismo y el sintoísmo como las religiones del país. A tal punto llegaba su convicción sobre la religión que una vez señaló: “conocer el sintoísmo es conocer a la vez el budismo y el confusionismo”[4]. Respecto al budismo, Hideyoshi contribuyó a fortalecer la doctrina budista Zen (禅), que es parte fundamental del código samurái al que él adscribía; y en el aspecto artístico, principalmente promoviendo la ceremonia del té –originada por Sen no Rikyū (千利休)- y las artes derivadas (como la cerámica que traía desde Corea a raíz de las invasiones que perpetraba, o el fomento a la creación de jardines Zen). Ambas situaciones estaban destinadas a conformar una imagen de un gobierno imponente que intenta impresionar a través de la apariencia de grandeza, pues él mismo se consideraba “un hombre ambicioso, y mantuvo durante toda su vida una política interna y externa grandilocuente”[5]. En lo que respecta a la arquitectura, por ejemplo, los castillos dejaron de construirse en las montañas y se elevaron en las llanuras, muchas veces en el centro de un poblado. La pintura fue uno de los principales medios para representar este espíritu gubernamental de poderío; ya que, si bien anteriormente estaba relacionada con las técnicas y los modelos chinos, surge ahora como un estilo individualizado que usa como referencia motivos japoneses. De una manera similar, se presenta con el fin de ornamentar los castillos y palacios que se construyen en consonancia con el espíritu militar y de la grandeza del gobierno de turno. No solamente consistió este nuevo estilo en proponer modelos japoneses, sino que implicó, además de seguir utilizando la tinta china como dispositivo pictórico, aplicar colores brillantes y polvo de oro para el fondo de las obras. La razón no se debe solamente a intenciones estéticas, sino que también a argumentos prácticos: muchos de los pasillos de los castillos estaban poco iluminados, así, gracias al brillo de la ornamentación la visibilidad mejoraba, sobre todo en las estancias.
"Biombo con un pino sobre fondo
dorado".
Autor:
kano Eitoku.
Periodo Momoyama
(1573-1615).
Museo Nacional de Tokyo.
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Debido a la fuerte vigilancia del
gobierno, la opresión de los espacios públicos, así como la sensación que el
arte de la escuela de Tosa no
representaba la identidad del pueblo japonés, más del ochenta por ciento
campesino o artesano, más sí la de grupos minoritarios y cercanos al poder
político, produjo en Japón una serie de transformaciones sociales en vistas a
una mayor libertad de los deseos del japonés. Estos deseos libertarios de los
ciudadanos se formalizan, en primer lugar, cuando surgen en Kyoto los barrios del placer, siendo los
más famosos el de Shijogawara y el Rokujomisujimachi, también llamados los espacios del “vicio y el mal”; paralelamente de la incorporación del
teatro Kabuki (歌舞伎), forma de representación creada en
1603 por Izumo No Okumi (出雲の阿国) con temas de corte realista en un
principio conformada por mujeres, para luego ser únicamente interpretado por
hombres adultos. La decisión se debió a que progresivamente la danza realizada
por las mujeres adoptó un carácter crítico a la sociedad masculina, como
también a la aristocracia y el poder político, y pronto se consideró por fuera
de las buenas costumbres. El teatro Kabuki
prontamente obtuvo muchos adeptos y la atención de los artistas, por lo que se
convirtió casi inmediatamente en uno de los géneros más importantes para el
estilo Ukiyo-e, que recibirá el
nombre de Yakusha-e (役者絵). De la misma manera, las relaciones
que generaban los barrios del placer entre las cortesanas y sus clientes, o
bien la vida cotidiana de estos espacios, fue un aliciente para que, entre 1661
y 1673, surgieran las primeras representaciones de las mujeres hermosas que
residían en estos lugares. Por aquel entonces se denominaban “Kanbun Bijin zu”, retratos de gran
formato. A partir de estas imágenes surge posteriormente el Bijin-ga (美人画) o retratos de mujeres hermosas.
"Una mujer bella en el festival de
las flores sujetando dos cubos con flores". Autor: Okumura
Masanobu. Formato:
Ukiyo-e,
tema Bijin-ga.
Periodo
Edo (1616-
1868).
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[1] El término Shogunato o Bakufu es la denominación que adopta el
periodo dirigido por gobiernos militares, caracterizados por un feudalismo
centralizado, encabezados por la figura del Shogun
(将軍), o comandante del ejército, quien se instauró en el poder militar y
administrativo en el año 1185 (época de Kamakura
鎌倉幕府) hasta la Restauración Meiji
(明治維新) en el año 1868.
En este período el Emperador del Japón adquiere un cargo del orden simbólico,
siendo relegado de las decisiones políticas. En la historia japonesa existieron
tres shogunatos.
[2] Lane, Richard. “Maestros de la estampas japonesa: su mundo y su
obra”. Editorial Herrero, México, 1962, pág. 10.
[3] Óp. Pág. 34
[4] Gutiérrez, Fernando G. “Summa
Artis, historial general del arte: El arte del Japón”. Volumen XXI,
Editorial Espasa-Calpe, España, 1967, pág. 338
[5] Sakai, Kazuya. “Japón: hacia una nueva literatura”. Centro de
Estudios Orientales, México, 1968, pág. 17.