sábado, 19 de julio de 2008

El camino del asombro.







Fushimi Inari taisha (伏見稲荷大社), santurario en Kyoto.

Después de meditar varios días en secreto, estuve a punto de borrar el blog. Me decía constantemente: "Existen miles de blog y páginas sobre arte japonés en la red, el mío no contribuye datos, sólo reitera". Es cierto, sólo basta con poner "Japón" o "arte japonés" en Google para que la lista de direcciones nos lleve al infinito. En verdad que estaba decidido a eliminar cualquier rastro de mis palabras.


Ayer asistí, casi por curiosidad, casi por casualidad, al seminario de un destacado historiador del arte, Victor Stoichita. Mis espectativas estaban puestas en la expulsión de sus conocimientos sobre arte y una que otra frasecita para el bronce. No pedía mucho, pero sí esperaba una cátedra de tecnicismos, palabras y conceptos que, si no los grababa, dudo que mi cerebro pudiera retenerlos. Pero, aquella presentación me dió más que una lección sobre arte y teoría; me aleccionó a dar cabida en la filosofía, en el método y en el mecanismo formal artístico una fuerza que surge desde el sujeto: la pasión. Quizás estas palabras no tengan un sentido en estos momentos, pero calaron hondo en la manera de enfrentarme al arte japonés.


Si el actual blog busca solo datos, pues está destinado a la extinción por selección natural. La diferencia entre mi blog y otras fuentes no debe radicar exclusivamente en la cantidad y distribución de datos. Una enciclopedia es mejor yo. Entonces, comencé a madurar la idea de que sólo puede ser útil un blog como este, si en él hay un sujeto que se asombre. Stoichita, entre tanta vivencia y energía que irradiaba, confirmó mi volátil idea, dijo una frase más o menos así: "Nadie pensaría que un rumano se introdujera en el arte religioso español... pero, para mí todas las obras me asombraban, porque nunca había visto tales imágenes". No supe que decir, aunque mi mente trabajaba como máquina para sí misma. Y, ¡eureka!, ésa es la gran diferencia entre una enciclopedia y un sujeto: el sujeto se asombra de las obras, y produce una pasión en él, la enciclopedia recopila datos, y los entrega sin sujeto. Stoichita me ayudó a despejar las nubes blancas de mi mente que, en un tiempo más, perfectamente pudiesen devenir en negras.


Por ello, mi blog siempre tendrá como horizonte la exploración de las obras japonesas, desde el asombro que cada una de ellas produce en mí. Los datos serán la base, no la esencia de mis comentarios; sólo si los datos son usados como medios podremos acercarnos a entender (y a vibrar) cada obra de Japón. No quiero decir que en mis post pasados no esté inscrito este planteamiento, sino, más bien, ahora está mucho más claro, tanto más que antes. Y, por fin, pude encontrar un sendero para el blog: así como yo, quien pone el espacio y, ustedes, como lectores, juntos debemos buscar el camino de la reflexión y problematización del arte nipón, todo desde el asombro, devenir en pasión y concreción de ideas.




Gran Buda de Kamakura. Asombrosas las dos imágenes...

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