domingo, 14 de diciembre de 2008

Taller Bunka en enero de 2009



Bunka es un taller de investigación que se introduce en la cultura japonesa a  través del estudio de sus religiones. En esta versión se impartirán clases  de la religión Shinto, el Budismo y de las diferentes influencias extranjeras, como el Confucionismo, el Taoísmo y el Cristianismo, dando un especial énfasis a las dos primeras. El taller se dividirá en tres módulos, cada uno de un me. Al final se expondrá un tema a elección de lo aprendido y relacionado con la religión tratada. El taller, además, contará con apoyo audiovisual para cada tema tratado (Power Point, DVD, etc)



Inicio de clases: VIERNES 09 DE ENERO
Horario: VIERNES 19:00 A 21:00 HORAS
Valor del curso: $ 10.000.- (MENSUAL)
Relatora: Isabel Cabaña R.


Espero que asistan y disfruten de las religiones de Japón.


sábado, 13 de diciembre de 2008

La montaña donde se abandonaban los ancianos



El presente cuento corresponde a uno de los tantos relatos tradicionales japoneses. En esta oportunidad, el texto se centra en la lección de respetar a los mayores y, a la vez, saber aprovechar y agradecer la sabiduría que cada una de estas personas posee.




Monte Fuji, Katsushika Hokusai. 1837.


Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una pequeña región montañosa dónde tenían la costumbre de abandonar a los ancianos al pie de un monte lejano. Creían que cuando se cumplían los sesenta años dejaban de ser útiles, por lo que no podían preocuparse más de ellos.



En una pequeña casa de un pueblecito perdido, había un campesino que acababa de cumplir los sesenta años. Durante todos estos años había cuidado la tierra, se había casado y había tenido un hijo. Después, había enviudado y su hijo también se casó, dándole dos preciosos nietos. A su hijo le dio mucha pena, pero no podía desobedecer las estrictas órdenes que le había dado su señor. Entonces, se acercó a su padre y le dijo:
- Padre, lo siento mucho, pero el señor de estas tierras nos ha ordenado que debemos llevar a la montaña todos los mayores de sesenta años.
- Tranquilo hijo, lo entiendo. Debes hacer lo que el señor diga -, contestó el anciano lleno de tristeza.

Así que el joven se cargó al viejo a la espalda, ya que a su padre ya le era difícil caminar por el bosque, e inició el viaje hacia las montañas. Mientras iban caminando, el joven se fijo que su padre dejaba caer pequeñas ramas que iba rompiendo. El joven creyó que quería marcar el camino para poder volver a casa, pero,  cuando le preguntó, el anciano le dijo:


- No lo estoy haciendo para mi, hijo. Vamos a un lugar lejano y escondido; sería un desastre que te desorientases y no pudieses volver. Así que he pensado que si iba dejando ramitas por el camino seguro que no te perderías. Al oír estas palabras el joven se emocionó con la generosidad de su padre. Pero continuó caminando porqué no podía desobedecer al señor de esas tierras.


Cuando finalmente llegaron al pie de la montaña, el hijo, con el corazón hecho pedazos, dejó allí a su padre. Para volver decidió utilizar otra ruta, pero se hacía de noche y no conseguía encontrar el camino de vuelta. Así que retrocedió sobre sus pasos y cuando llegó junto a su padre le rogó que le indicara por dónde tenía que ir. Se volvió a cargar a su padre a la espalda y, siguiendo las indicaciones del anciano, empezó a cruzar el valle por el que habían venido. Gracias a las ramitas rotas que el viejo había dejado por el camino, pudieron llegar a su casa. Toda la familia se puso muy contenta cuando vieron de nuevo al anciano. Entonces, el joven decidió esconderlo debajo los tablones del suelo de su cabaña para que nadie lo viese y no le obligasen a llevárselo otra vez.



El señor del país, que era bastante caprichoso, a veces pedía a sus súbditos que hiciesen cosas muy difíciles. Un día, reunió a todos los campesinos del pueblo y les dijo:
- Quiero que cada uno de vosotros me traiga una cuerda tejida con ceniza.


Todos los campesinos se quedaron muy preocupados. ¿Cómo podían tejer una cuerda con ceniza? ¡Era imposible! El joven campesino volvió a su casa y le pidió consejo a su padre, que continuaba escondido bajo los tablones.
- Mira -, le explicó el anciano-, lo que tienes que hacer es trenzar una cuerda apretando mucho los hilos. Luego debes quemarla hasta que solo queden cenizas.

El joven hizo lo que su padre le había aconsejado y llevó la cuerda de ceniza a su señor. Nadie más había conseguido cumplir con la difícil tarea. Así que el joven campesino recibió muchas felicitaciones y alabanzas de su señor.



Otro día, el señor volvió a convocar a los hombres de la aldea. Esta vez les ordenó a todos llevarle una concha atravesada por un hilo. El joven campesino se volvió a desesperar. ¡No sabía cómo se podía atravesar una concha! Así que, cuando llegó a casa, volvió a preguntar a su padre lo que debía hacer y éste le contestó:
- Coge una concha y orienta su punta hacia la luz- explicó el anciano-. Después coge un hilo y engánchale un grano de arroz. Entonces dale el grano de arroz a una hormiga y haz que camine sobre la superficie de la concha. Así conseguirás que el hilo pase de un lado al otro de la concha.


El hijo siguió las instrucciones de su padre y así pudo llevar la concha ante el señor de esas tierras. El señor se quedó muy impresionado:
- Estoy orgulloso de tener gente tan inteligente como tú en mis tierras. ¿Como es que eres tan sabio? - le preguntó el señor.


El joven decidió contestarle toda la verdad:
- Veréis señor, debo ser sincero. Yo debería haber abandonado a mi padre porqué ya era mayor, pero me dio pena y no lo hice. Las tareas que nos encomendó eran tan difíciles que solo se me ocurrió preguntar a él.  Mi padre  me explicó como debía hacerlo y yo  he traído los resultados.


Cuando el señor escuchó toda la historia, se quedó impresionado y se dio cuenta de la sabiduría de las personas mayores. Por eso se levantó y con estas palabras sentenció:
- Este campesino y su padre me han demostrado el valor de las personas mayores. Debemos tenerles respeto y por eso, a partir de ahora, ningún anciano deberá ser abandonado.

Y a partir de entonces les ancianos del pueblo continuaron viviendo con sus familias aunque cumplieran sesenta años, ayudándolos con la sabiduría que habían acumulado a lo largo de toda su vida.





Ancianos japoneses. Fotografía a la albúmina coloreada a mano. Obra de Kusakabe Kimbei. Yokohama, 1890 aprox.


Más cuentos del continente asiático en: Casa Asia


domingo, 7 de diciembre de 2008

El secreto de la vía del sable


Un joven fue un día donde un Maestro de Kenjutsu (剣術)¹ para ser un alumno. El maestro acepto y dijo: "A partir de hoy, tu irás cada día a cortar troncos en el bosque y a buscar el agua en el río". Y esto fue lo que el joven realizó. Después de tres años, se dirigió al maestro y dijo: "Yo he venido para aprender la esgrima y, hasta ahora,  ni siquiera he pasado la puerta del Dōjō (道場)²". "Muy bien, -le dijo el Gran Maestro-, pues hoy tu entrarás. Sígueme y, desde este momento, tu haces toda la marcha alrededor de la sala, pisando cuidadosamente el borde del tatami (畳)³, pero sin traspasarle jamás..."


El discípulo practicó el ejercicio durante un año, al fin del cual él se encolerizó hasta tal punto que se dirigió al Maestro y grito:  "Me voy, no he aprendido nada del arte que vine a aprender, así que me marcho..."


"No, -le dijo el Maestro- hoy voy a continuar enseñándote. Ven conmigo..."


El Maestro llevó al joven frente a una montaña, seguidamente al borde de un precipicio enorme. Un tronco de árbol estaba haciendo de puente sobre el vacío.


"Pues bien, pasa para el otro lado", dijo el Gran Maestro al discípulo, que estaba lleno de terror y pavor.


Mirando al abismo, lleno de miedo y de vértigo, el joven estaba paralizado. En ese momento llega un ciego, que tanteando con su caña, sin rechistar, se mete sobre el frágil pasaje y pasa tranquilamente. No fue preciso más para que el joven perdiera el miedo y a su vez pasará rápidamente al otro lado.


Su maestro la grita: "Tu dominaste el secreto de la esgrima: abandonar el ego, no temer a la muerte, ser indiferente a las circunstancias adversas. Cortando troncos, desarrollaste la musculatura, marchando con atención al borde del tatami perfeccionaste tu equilibrio, y mira, hoy tu comprendiste el secreto de la "vía". Creo que serás entre todos el más fuerte...


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1_ Recinto diseñado para entrenar artes marciales, o bien, un lugar para la meditación.


2_ Arte del combate con la espada. Su comienzos se remontan a la época de los samurais en el período feudal de Japón.


3_ Esteras originalmente de paja que se usan en las casas japonesas.