lunes, 17 de diciembre de 2012

Libro de poesía "Así fue como vivimos"


Estimados lectores:
Muy cordialmente los invito a leer mi nuevo poemario, "Así fue como vivimos", publicado  por Editorial Rove.
Este nuevo libro recoge en sus páginas un conjunto poemas escritos en distintos tiempos, que evocan la imposibilidad del amor y del contacto, la renuncia y la enfermedad del ser que se recoge a sí mismo cuando ha perdido su propio valor, que está consagrado en un otro heridamente ausente.
Así fue como vivimos.
El libro también encuentra en la barra lateral de este blog.



sábado, 20 de octubre de 2012

Libro de poesía "Caballos planetarios".




Estimados amigos, lectores:
Es un placer para mí presentarles mi segundo libro de poesía, "Caballos planetarios" que ha sido publicado online hoy, 20 de octubre de 2012, por la editorial Rove. Este trabajo recoje el concepto del errante, el viajero, lo errabundo de las cosas que se encuentra diseminado por las culturas del Lejano Oriente, y que, desplegándolo en un discurso poético existencialista, lo da a conocer al lector occidental como una reflexión de los límites y sentidos propios del ser, junto a los caminos que lo intervienen.

El libro se diversifica sobre un verbo que transita en la descripción interior, los sueños, los anhelos, las dudas infinitas, así también en la crítica a los valores, la injusticia, lo absurdo del mundo, lo hipócrita, y el vagabundeo de la letra, que es finalmente, un extravío de sí mismo.
El presente poemario cuenta con las ilustraciones de Genoveva Moncada Astudillo, y la participación escritural de Gonzalo Núñez del Río, Emilio Vargas, Maya Echeverría, Alejandra Pinto, Ile Annae, Pablo Maire, Cynthia Valdivieso y Julio Iturra.





martes, 2 de octubre de 2012

viernes, 24 de agosto de 2012

sábado, 19 de mayo de 2012

¿Un arte mítico?

Si hacemos una simple revisión al historial de este blog, queda al descubierto que conforme pasan los años escribo menos. No por falta de interés, sino por carencia de tiempo y una ocasión fundamentada de escritura. Entonces, pues, he considerado exponer a los lectores algo que he bautizado como "microentrada"; a saber, la expresión de una mera insinuación de problema, una idea al pasar, pero importante al fin, una reflexión: nada desarrollado ni mucho menos riguroso en su proceder, aunque de origen, sí, medio crítico medio y activo. Un Twitter más extenso, si se quiere, con la misma libertad de narrativa, pero en un espacio en decadencia desenfrenada, como lo es el blog.
Entonces empiezo. La primera cuestión que he pensado durante estos meses es acerca de una característica transversal de la obra de arte japonesa (asumiendo que la hay, o sea, bajo el prisma de que nos enfrentamos a una condición de arte, podríamos suponer que hay ciertos elementos que dan cuenta de una línea conductora de las transformaciones estilísticas de los soportes artísticos), en tanto que me llama la atención dos cuestiones, una a nivel material, contextual, y la segunda valorativa. 
En primer lugar, me da vueltas cada vez que indago sobre el arte de Japón la concepción del arte mismo, dado que no es inscrito en el imaginario sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, por lo que anteriormente hablábamos de suerte con un conjunto de gremios de artesanos y de monjes congregados en espacios cerrados, salvo el caso de la producción citadina, cortesana y señorial. De allí uno bien podría considerar viable esta frase marcada por fuego, muy repetida en los libros sobre arte japonés y por investigadores locales y occidentales: "una obra ligada a la vida, una obra que está unida a la intimidad del pueblo". Bien cabe acepartala, si nos planteamos por contrapartida que el ingreso del concepto de arte hace la separación entre vida, praxis y objeto, en la medida que el arte configura un sistema síginico que se diferencia a la estructura de relaciones del lenguaje en la esfera cotidiana, a través del método del desplazamiento. De otro modo, el arte como acción política es la desestabilización de una estructura de semiosis instaurada.
Lo segundo que me intriga, complementando lo anterior desde otro plano, es el Shinto como institución, no religiosa, pero sí con un orden de lectura mítico. Me explico: aquí nos enfrentamos a una producción artística inmersa en la vida cotidiana de una sociedad, esto es, en contacto íntimo con las relaciones más básicas de producción de cultura y de sentido, y que a su vez está sostenida por una religión animista ancentral que regula los enfoques de percepción material y espiritual de la realidad. Entonces, cabría interrogarse sobre la posibilidad o la implicancia de suponer que los objetos artísticos en particular, y los elementos culturales pertenecientes a esta estructura teológica, están fuertemente imbricados por un repertorio cohesionador de la multiplicidad de sentidos sobre la medida de lo infinito desde la óptica de lo finito. 
Dicho de otra manera, y para terminar: considerando la producción artística hasta antes del siglo XIX congregada a la esfera cotidiana, pública en el sentido más amplio del término, ya sea a nivel de corte, a nivel de castas militares, políticas, campesinado y a una progresiva burguesía mercantilizada, además de sostenerse esta situación a un sistema animístico fuertemente arraigado, es absolutamente viable proponer, y casi inevitable de pensar, que el arte japonés no es sino un profundo proceso hierofático desatado y, en consecuencia, la obra artística se configura como una hierofanía transversal a cualquier época en la historia. Así, en efecto, en un pueblo donde pareciese que el fuerte sentido de relación con el cosmos hace que la cultura sea una directa consecuencia de la religión, y no al revés, esta posición apunta a señalar (no sin pulir muchas asperezas) que sus productos, como el arte, evidencian fundamentalmente la síntesis del pensamiento humano, del orden particular, sobre el ímpetu de comunicación y percepción  de lo sacro y absoluto; y éste, a su vez, compadece como la circunstancia material de su aparecer. Esto es, en el fondo, el problema sobre el arte como hierofanía y su interpretación desde el enfoque del mito.
Dejo enunciada esta sospecha.



viernes, 4 de mayo de 2012

Blog de Estudios de Asia y África, Chile.

Estimados Lectores:
Los invito muy cordialmente a visitar e interiorizarse en un nuevo espacio virtual sobre estudios de África y Asia, originado por una iniciativa de forjar una comunidad de profesionales e interesados en abordar estudios de Oriente de manera interdisciplinar.
En palabras de la autora de la iniciativa: "El blog es una puerta abierta a todo público chileno o extranjero, que esté interesado en conocer nuestros trabajos y de esta manera crear lazos para desarrollar actividades en conjunto. Además se publicarán los congresos, seminarios, foros, etcétera, que se estén organizando en distintas instituciones nacionales e internacionales. Esperamos que este blog sea de utilidad no sólo para los integrantes, sino para todos aquellos amantes de las culturas asiáticas y africanas".
La web, fundamentalmente, se despliega en la difusión actividades, exposición y producción de conocimiento y una ocasión favorable de discusión sobre problemáticas afines a su naturaleza.

El link del sitio es el siguiente: www.estudiosasiaafrica.blogspot.mx  
Atte.

martes, 10 de abril de 2012

Exposición de Oriente en el Museo de Artes Decorativas

Quedan todos cordialmente invitados:



 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Taller Bunka

Estimados lectores:
Quedan cordialmente invitados a este ciclo de charlas sobre cultura japonesa en el Café Literario Balmaceda, ubicado en Providencia 410, Metro Salvador.

Los contenidos de las sesiones son:
- Literatura japonesa: profesora María José ferrada. (26 de marzo / 30 de abril / 28 de mayo)

- Historia del arte japonés: profesor Gonzalo Maire. (25 de junio / 30 de julio / 27 de agosto)

- Historia de Japón: profesor Ariel Takeda. (24 de septiembre / 29 de octubre / 26 de noviembre)


El horario de las charlas es a las 11 a.m.

Estas actividades son para todo público y completamente gratuitas.



viernes, 2 de marzo de 2012

El Ukiyo-e (浮世絵): Pinturas del mundo flotante. (parte 02)


Extracto de la investigación realizada para la tesis de grado de la Licenciatura en Artes Mención Historia y Teoría del Arte, titulada: "Puesta en valor de la colección de Estampas Japonesas Clásicas del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile".  Santiago de Chile, año 2011.
© Gonzalo Maire. 
Registro de Propiedad Intelectual N°: 205469


En el año Keicho 8 (1603) se instaura un nuevo shogunato en Japón, encabezado por Tokugawa Ieyasu (徳川 家康). Este nuevo gobierno centralizado se identificó por perseguir al cristianismo que clandestinamente se propagaba por Japón, fomentado además por los comerciantes portugueses y españoles residentes en el archipiélago. Ieyasu “decidió desterrar a todos los misioneros, destruir todas las iglesias y obligar a los cristianos a convertirse otra vez al budismo”[1], con el resultado del quiebre en las relaciones económicas con España y Portugal, mientras que  los holandeses debieron residir en una isla artificial. Por otra parte, se trasladó la capital de Kyoto a un pequeño pueblo de pescadores llamado Edo (江戸). Allí se alzó una ciudad militar, comenzando en consecuencia por el castillo, los templos y las viviendas de los cortesanos y los guerreros samurái o bushi (). Finalmente, en la periferia se encontraban los campesinos y los artesanos. De tal manera que, en poco tiempo, la ciudad se llenó de trabajadores, que a su vez atrajo a comerciantes, dando como resultado, a excepción de los sectores aristocráticos de la ciudad, una sociedad burguesa y mercantil mayoritariamente de hombres. Sin embargo, la ciudad al poco tiempo sufrió un gigantesco incendió, que se originó desde el castillo y terminó por destruir prácticamente todas las viviendas. Aquello ocurrió en el año 1657. Este evento propició que la ciudad fuera nuevamente reconstruida, consintiendo la expansión comercial de las ciudades cercanas que invirtieron sus recursos para la nueva ciudad. En este punto, los libreros más importantes, que se caracterizaban por ilustrar libros clásicos establecieron nuevas sedes en Edo. Tal es el caso de Tsuruya, Masuya, Yamagataya y Urokogataya.

«Artistas en una casa de citas»  de la serie «aspectos de Yoshiwara». Autor: Hishikawa Moronobu. Formato: Xilografía  (sumizuri-e). Periodo Edo (1616- 1868).


Los libreros tenían experiencia en la generación de estampas, primero publicando textos chinos y budistas, luego en el siglo XVI la técnica se perfeccionó al utilizar planchas de maderas para las copias, posibilitando generar un gran número de láminas de bajo costo y excelente calidad. Desde este momento también se promueve ilustrar literatura clásica japonesa, como el Genji Monogatari (源氏物語), escrito en el siglo XI. Con el surgimiento de estos libros ilustrados aparecieron algunos ejemplares sobre la vida de los barrios del placer o de gente famosa de la ciudad. Como botón de muestra: los libros sobre la vida del barrio Yoshiwara (吉原), el barrio del placer, fue una de las publicaciones de mayor demanda. Además, los libros de sexualidad abundaban en el mercado gracias a la buena acogida entre los grandes burgueses. Estos libros mostraran escenas explícitas de parejas teniendo relaciones sexuales, indicio que dio a entender que “el público se sentía harto de los detalles de los simples libros sexuales y deseaba algo más extremoso”[2]; siendo éste el punto de inicio del Ukiyo-e, paralelamente con la aparición masiva de las geishas(芸者) en distintos puntos de Japón. Ellas, en primera instancia artistas, se expresaban a sí mismas: “aunque soy una prostituta, no quiero vender mi cuerpo por dinero”[3], dado que dentro de sus múltiples funciones se encontraba entretener al cliente con juegos y danzas, además de saber escribir poesía, tocar algún instrumento y saber preparar la ceremonia del té, siendo lo último los favores de tipo sexual, aunque sí es efectivo que usualmente se desarrollaban amoríos con los clientes, mal vistos por la sociedad. A partir de estos dos elementos entrecruzados, la erótica que se manifestaba en estos libros deleitaban el gusto burgués dedicado a la fiesta y el sexo, para luego expandirse en poco tiempo hacia una idea mucho más universal: el goce por la vida del mundo popular; muchachas, actores, paisajes y la naturaleza rústica.
«Barrio Yoshiwara en Tokyo». Formato: fotografía. Autor: anónimo. Año 1890.


Hishikawa Moronobu (菱川師宣), quien trabajó aproximadamente en 1676 y 1681, se considera el primer representante del Ukiyo-e. Este artista, caudillo de nacimiento, tuvo su formación estuvo a cargo de la escuela de Tosa y Kano, de orientación decorativa y tradicionalista; sin embargo, Moronobu dedicó su vida a retratar la cotidiana que ya estaba asentada y en pleno desarrollo en la ciudad de Edo, como así también los barrios del placer y las cortesanas, modelo adoptado de los espacios rojos de las ciudades de Kyoto y Osaka. El estilo que Moronobu fundó lo denominó, en primera instancia, Yamato-Ukiyo-e, combinando el concepto de “el mundo flotante” con el de “Yamato” que evoca hasta el día de hoy a la pintura japonesa clásica que se separaba de la continental por el uso de modelos y materiales propios y autóctonos en las representaciones pictóricas. En un comienzo no firmaba sus obras, pero ulteriormente empezó a añadir una firma que indicaba su nombre junto con un sello de similares intenciones. Ambos elementos serán una norma para los artistas que aparecerán. Por otra parte, existía un sello complementario que era de censura, puesto que el gobierno tenía un plan de vigilancia mucho más acucioso que el anterior, y registraba cada una de las obras que se editaban con el fin de detectar mensajes o intenciones contra el sistema. Sin embargo, por la cantidad de obras eróticas que se publicaron, al parecer este tema no era objeto de custodia ni opresión por el shogunato, no así el cristianismo, por ejemplo, calificado de un peligro para la estabilidad gubernamental.

«Un picnic». Autor: Hishikawa Moronobu. Formato: pergamino, tinta en papel. Periodo Edo (1616- 1868).


 Luego de las obras de Moronobu surge un nuevo tipo de estampas de variados colores y con la posibilidad de mezclarlos y degradarlos, llamado nishiki-e (pintura de brocado); tal fue el resultado de la perfección alcanzada por Suzuki Harunobu (鈴木春信). La realización de esta técnica se conseguía a través de la superposición de hasta diez planchas de madera. Con la muerte de este artista se encabeza un auge por la colección de estampas sueltas, antes recogidas en publicaciones de hasta doce láminas, que da origen a una serie de géneros dentro del Ukiyo-e, artistas de renombre y escuelas, lo que se conoce como la edad de oro del Ukiyo-e (siglo XVII y XVIII).  Entre los artistas que se consideran más sobresalientes, dentro del género que cada uno de ellos desplegó, se sugiere a la escuela de Kiyonaga (鳥居清長), dedicada a las representaciones de actores del teatro Kabuki, junto con Tōshūsai Sharaku (東洲斎写), el artista de mayor renombre dentro de este género; Utamaro (喜多川 歌麿) y las estampas dedicadas a las mujeres hermosas de la época, diferenciándose del resto porque las personificaba generalmente en un pose sedente, además de crear un nuevo tipo de encuadre denominado Okube-e, es decir, representaciones de busto. Finalmente, cuando aparentemente la estampa se reducía a una copia de modelos antecesores, aparecen en la escena Hiroshige (歌川広重) y Hokusai (葛飾 北斎), innovando en la representación del paisaje que se elaboraba principalmente como panfleto para las excursiones o peregrinaciones, generalmente budistas, en calidad de instrumento de orientación y ayuda en el transcurso del viaje. Hokusai es el creador de una de las series más reconocidas internacionalmente, “Las treinta y seis vistas del monte Fuji” (富嶽三十六景), de 46 láminas formalizada en la vejez del artista y elaborada con azul de Cobalto, color altamente cotizado en la época por su elevado costo.

«La gran ola de Kanagawa». Serie de «Las 36 vistas del monte Fuji». Autor: Katsushika  Hokusai.  Ukiyo-e. Periodo Edo (1616- 1868)


La decadencia del Ukiyo-e comenzó, curiosamente, cuando tuvo su mayor oportunidad de expansión: el final del shogunato y la apertura de los puertos japoneses al comercio con Occidente durante la Restauración Meiji (1868). Llegado a este punto, en el campo artístico abundaba la repetición de viejos esquemas compositivos, en cuanto a la estampa japonesa, y la sociedad japonesa tuvo la curiosidad y el entusiasmo en importar todo tipo de objetos culturales y tecnológicos al país desde Occidente, entre ellos la cámara fotográfica y la pintura al óleo. De esta manera, aquellos formatos obtuvieron mayor popularidad entre el japonés que, poco a poco, fue exigiendo menos producción de estampas japonesas. La razón se debe a la innovación que representaban los inventos europeos, a la par de las posibilidades técnicas y artísticas, que ofrecían un aire renovador a una cultura recientemente abierta al continente y a Europa después de más de 250 años de aislamiento. Sin embargo, por contraparte, gracias al comercio imperante y la mayor libertad de fluyo cultural entre los países con Japón, se dieron las condiciones de posibilidad de exportar estas láminas fuera del archipiélago, muchas veces como papel que envolvía los regalos a Europa, para luego ser enviadas como objeto cultural que llamaría poderosamente la atención del hombre occidental. Este ha sido, finalmente, en palabras de Mitsunobu Sato, un arte de las estampas que existieron “estrechamente unidas a la vida de las ciudadanos”[4].

«Mujer pintándose los labios». Autor: Kitagawa  Utamaro. Formato: Ukiyo-e, tema Bijin-ga. Dimensiones:. 39 x 26 cm. Periodo Edo (1616- 1868). The British Museum



[1] Kaibara, Yukio. “Historia del Japón”. Fondo de Cultura Económica, México, 2000, pág. 170
[2]   Lane, Richard. “Maestros de la estampas japonesa: su mundo y su obra”. Editorial Herrero, México, 1962, pág. 40.
[3] Óp. Pág. 183.
[4] Mitsunobu, Sato. “Ukiyo-e: formación e historia”. En: Fahr-Becker. “Grabados japoneses”. Editorial Benedikt Taschen 1994, pág. 22.