sábado, 20 de septiembre de 2008

9º CONCURSO NACIONAL DE ARTE

El Instituto Cultural Chileno Japonés invita a todos los artistas nacionales y extranjeros a participar en la versión 2008 de este concurso.




Bases:
1. Tema Japón


2. Técnica Libre: acuarela, óleo, acrílico, pastel, mixta, bordado, cerámica, tapicería, escultura, etc.

3. Estilo Libre

4. Tamaño 1 mt. de ancho X 1,5 mt. de alto como medidas máximas, no hay mínimo.

5. Presentación Las obras deben venir en condiciones de ser exhibidas y al reverso la identidad del concursante:
Nombre – Dirección – Teléfono

6. N° de obras Una por técnica artística.

7. Valor inscripción $ 6.000 por obra. Los fondos recaudados son para el montaje y gastos afines a la exposición, por lo tanto no se devolverán en ningún caso.

8. Fecha de recepción 24, 25 y 26 de septiembre, en Seminario 15, Providencia, de 11:00 a 18:30 horas.

9. Fecha de devolución: Las obras no seleccionadas deberán retirarse desde el lunes 13 al viernes 20 de octubre.
Las obras expuestas deberán retirarse a partir del miércoles 21 al viernes 23 de noviembre.
Pasadas estas fechas el Instituto, podrá disponer libremente de las obras

10. Premios Honoríficos: Todos los artistas postularán a Primer, Segundo y Tercer premios y 20 menciones honrosas, acreditadas por un diploma.

11. Inauguración y premiación: Octubre 9, 19:00 horas, Biblioteca Santiago.

12. Nota: Todos los participantes se comprometen a aceptar las bases.
El Instituto no se hace responsable por situaciones fortuitas o de fuerza mayor (robo, catástrofe, etc.)

Más información: http://www.japones.cl



jueves, 18 de septiembre de 2008

El Tao Te King.





La vasta y milenaria literatura china, escrita en un estilo llamado wen li, tiene una base histórica y canónica en cinco libros clásicos, a saber, el I King o Libro de las Mutaciones, el Shu King o Libro de la Historia, el Che King o también llamado Shi king, que significa el Libro de las Canciones, el Li ki o Libro de los Ritos y, por último, el Ch'un Ch'iu, traducido como el Libro de los Anales de la Primavera en Otoño. Se presume que todos estos libros fueron escritos en los tiempos de Chou, entre los siglos X y VI antes de Cristo.  Según los historiadores, Confucio (孔子) compiló el Libro de las Canciones y el Libro de la Historia, y, por otra parte, Lao tse (老子), también filósofo de los tiempos de Confucio, redactará el Tao Te King. Tanto Confucio, que originará el confucianismo, Lao Tse el taoísmo y la importanción del budismo de la india, conformarán las tres grandes religiones que albergará la cultura china, expandiendo con los siglos por todo el continente asiático. Por ello, tomando conciencia de las repercusiones filosóficas y culturales que traerán dichas religiones, en el presente texto abordaré brevemente, de manera descriptiva y expositiva, el libro de lao Tse: el Tao Te King (道德經).


Lao Tse, apodado el maestro venerable, nació probablemente hacia el año 604 a. C. en una aldea llamada K'u Yen, que formaba parte del reino Ch'u. Poco se sabe de su vida, seguramente trabajó como historiador en los archivos imperiales de los Chou, pero, más certeza no existe del accionar cotidiano de este pensador. Sin embargo, abundan historias maravillosas para dar respuestas a los misterios que rodean su persona. Una de estas historias tiene relación con su nacimiento, y es relatada de la siguiente manera: "fue engendrado de una madre virgen, que lo llevó 82 años en su vientre, hasta que un día, descansando bajo los ciruelos, una partícula de sol entra por la boca de la doncella, abriéndole un orificio en el costado izquierdo, cerca de las axilas, por donde nació el sabio. Por ello se le apodaría "Orejas de ciruela", porque al pisar tierra dijo a su madre: De este árbol tomaré mi nombre". De esta misma manera se intenta dar explicación al origen de su obra, narrada en una singular anécdota: "Cuando el filósofo ya era muy viejo, se dirigió al occidente para vivir en soledad. El guardían de la puerta de la frontera de Honan, último hombre en verlo, le dijo: ya que vas a vivir como ermitaño, escribe antes un libro para mi edificación".


El Tao Te King tiene un significado oscuro: La palabra "Tao" tiene dos significaciones, por un lado significa "vía" o "camino", pero también implica la palabra "cabeza". Esto nos puede llevar a pensar que su significado guarda relación con el camino justo, la acción virtuosa o el justo principio. "King" significa "clásico" y "cánon", por lo que podemos denominar el Tao Te King como "el libro de sobre el principio de la acción y la virtud". El libro consta de 81 capítulos de breve extensión, divididos habitualmente en dos partes: una hasta el capítulo 37, que  desarrolla los principios filosóficos, y la otra parte, trabaja sobre los problemas prácticos. En general, el Tao Te King nos propone una manera de organizar la naturaleza en base a leyes y principios que rigen los fenómenos y al hombre, en una renuncia a uno mismo y a los deseos. Puede parecer, a primera vista, una filosofía bastante pasiva, pero, es muy por el contrario, pues el tao está dirigido a los principios y no a los efectos de las acciones.



Algunos capítulos del Tao Te King.


I


El Tao que puede ser expresado no es el Tao Absoluto


El nombre que puede ser revelado no es el nombre Nombre Absoluto


Sin-nombre es el principio del Cielo y la Tierra


Con-nombre es la Madre de todas las cosas


Así


Quien permanece sin deseos contempla el Misterioso Principio


Quien guarda deseos contempla los límites de las apariencias


Ambos son idénticos en su origen


Y distintos sus nombres al hacerse manifiestos


Este misterio se llama Infinita Profundidad


Profundidad no develada aún por el hombre


Que es la puerta de todas las maravillas del Universo


II


Cuando los hombres conocen que la bondad es buena


Entonces saben que la maldad existe


Cuando los hombres conocen que la belleza es bella


Entonces saben que la fealdad existe


Así


Ser y no-ser se engendran el uno al otro


Difícil y fácil se complementan el uno al otro


Largo y corto son relativos el uno al otro


Alto y bajo se acompañan el uno al otro


Sonido y tono se armonizan el uno al otro


Antes y después se suceden el uno al otro


Por lo tanto el Sabio


Enseña sin palabras obra sin-acción


Sin embargo nada queda sin realizar


Cuando la existencia se manifiesta no se opone a ella


Actúa pero no se apropia


En la obra realizada no exige que se le reconozcan méritos


Y es porque no pretende el mérito que ésta no se le puede arrebatar


VIII


La Bondad Superior es como el agua


El agua favorece a todas las cosas y no excluye a ninguna


Permanece en los lugares que otros desprecian


Por esto se asemeja al Sabio


En el vivir haya la felicidad de la vida


En el pensar se asemeja al Profundo Abismo


En la bondad armoniza con todos


En las palabras es sincero


En el gobierno equilibrado


En el trabajo obra con rectitud


En el caminar encuentra oportuno el tiempo


Siendo así no se opone y la maldad queda olvidada


IX


Que cada cosa siga su curso natural


No le busquemos los extremos


Una espada continuamente afilada no dura mucho tiempo


Una sala llena de oro y jade es difícil de guardar


Opulencia y poder conducen a la soberbia


Y de esto nace la ruina


Acabada la obra y el mérito cumplido


Lo oportuno es retirarse


Esto enseña el Tao del Cielo


LXXVIII


Lo débil siempre vencerá a lo fuerte


Nada hay en el mundo nada tan débil y flexible como el agua


Pero cuando ataca a lo duro y a lo fuerte demuestra su poder


Así lo débil vence a lo fuerte y lo flexible a lo duro


No hay entre los hombres quien no lo sepa


Pero todos parecen ignorarlo y nadie lo practica


Por eso el Sabio enseña


Que quien soporta sobre sí todos los infortunios de un imperio


Puede llegar a ser el soberano


Estas palabras son verdaderas aunque no lo parezcan





viernes, 12 de septiembre de 2008

La mujer en el arte japonés II.







"La historia de Genji" (源氏物語)

La mujer fue representada de dos formas diferentes a lo largo de la historia artística de Japón: como un ser sagrado, con valor cultual (de culto), y mundano, en la esfera popular y cotidiana. Estas dos concepciones poseen un componente ambiguo, pues, la mujer pasa de un status casi divino a un rango  de subordinación respecto al hombre que, incluso, llega a la servidumbre a partir del siglo IX. Lo interesante de esta transición representativa es que se da, fundamentalmente, en el lapso de un siglo; pero con la intensidad suficiente como para provocar cambios tan radicales en el campo artístico, y, así también, en el político y social. Los factores que gatillaron semejantes revoluciones internas en la represenación femenina, los acontencimientos internacionales que impulsaron la ruptura de la tradición sagrada con la mujer, y la concretización  de tal fractura en las artes visuales, serán los puntos que desarrollaré en la segunda parte de este ensayo, que abarca desde el siglo IX (período Heian 平安時代) hasta el período Edo (江戸時代).

La mujer se inscribe en lo cotidiano.

El aura divino que estaba inyectado en la representación de la mujer hasta el siglo IX, poco a poco se va desvaneciendo con la llegada de profundos cambios políticos y sociales que repercutieron en el arte del período Heian. En este período la actividad social es acelerada: cambios de ciudad capital, persecuciones políticas al budismo y una creciente preocupación por la pérdida de poder del emperador. Las reacciones tampoco se dejaron esperar, pues, el emperador instala la capital de japón en Kyoto (京都), transformando a dicha ciudad en cuna de la cultura y las costumbres. La medida prevenía dos grandes problemas que se avecinaban: el deterioro de la autoridad del emperador, a causa del enriquecimiento sucesivo de varias familias militares de Japón, y segundo, atacar directamente al budismo, tanto como religión y filosofía, que estaba apadrinada por las familias más poderosas del país. Tales medidas ocasionaron grandes cambios en el arte, debido a que el budismo era el motivo recurrente del arte nipón hasta entonces, fomentando el caracter divino de las presentaciones (desde la mujer hasta Buda). Con ello, como medida contraria a la religión, se crea un tipo de pintura no religiosa que reúne a cientos de artistas japoneses que conocían la técnica utilizada por el budismo (proveniente de la China) y la emplean con motivos propios del país. Aquí, bajo estas circunstancias políticas y religiosas, la mujer comienza a perder rango sagrado, con el fin de convertir a la pintura en reflejo del hombre inscrito en la naturaleza con lo cotidiano.

Uno de los primeros trabajos que encontramos a la mujer fuera de la esfera divina, corresponde a un emakimono (絵巻物), o pintura ilustrativa en largos rollos que representaban obras literarias, llamada "la historia de Genji" (源氏物語), atribuído a la autora Murasaki Shikibu (紫 式部). El emakimono, realizado alrededor del siglo XI, representa algunos pasajes de la novela de Genji, que cuentan los amoríos del príncipe del mismo nombre con varias heroínas. En esta obra, la mujer participa en un período de transición entre un aura sagrada y una representación mundana: está ocupando un papel de dama de corte. Las mujeres plasmadas en el rollo pertenecen a la aristocracia nipona, y, en conformidad a ello, son vestidas con trajes de seda y maquilladas finamente. La pérdida de status divino se comienza a evidenciar en la esteriotipación de la mujer; se pierden los rasgos particulares, así como los detalles y símbolos distintivos propios de las divinidades, para dar lugar a una homogenización de las características representantivas de la mujer en la paulatina agrupación  en clases sociales bien definidas.



"Escena popular entre los árboles momiji."

Después del período Heian, Japón cae en un gobierno militar riguroso. Dura aproximadamente un siglo, en donde las artes quedan reducidas a Kyoto y el poder es concentrado en Kamakura (鎌倉市). Casi no existen representaciones de mujeres, hasta la llegada del período de Muromachi (室町時代), en el siglo XIV, donde nuevamente afloran las artes. En este período el japonés culmina una era militar,  buscando refugio en la religión (Zen) y la tranquilidad de la naturaleza. Esta necesidad de paz que ansiaba un agotado pueblo nipón hará que la pintura Yamato-e (大和絵), de motivos propios de Japón, vuelva a cobrar el esplendor de siglos atrás. En efecto, la cantidad de obras inspiradas en paisajes de la naturaleza superaba con creces la desarrollada por artistas en tiempos pasados. Y, dentro de tales formatos, aparece la mujer incluída, ya más enérgicamente, dentro de distintas clases sociales, estableciendo un antecedente de lo que será la pintura de género o Ukiyo-e (浮世絵). Uno de los grandes pintores del período de Muromachi fue Kano Hideyori, quien desarrolló una obra llamada "Escena popular entre los árboles momiji", realizada con combinación de técnicas chinas y niponas. La obra representa un grupo de japoneses disfrutando en una tarde otoño la contemplación de la coloración roja que adquieren los árboles momiji. En esta escena popular, la mujer entra en contacto con los hombres en una festividad mundana. Ya no encontramos a la mujer individual, divinizada ni portadora de la abundancia, sino, en estos tiempos, se representa desde otra perspectiva: la de un ser humano que se encuentra inscrito en la naturaleza, que es capaz de gozar en la contemplación de ésta junto al hombre. Sin embargo, aún se perciben algunos indicios de una pasada idealización de la mujer, manifestado en los finos ropajes que utiliza, pero muy pronto serán desechados con la pintura de género.

Y, por fin, llegamos al siglo XVII, conocido como el período Edo (江戸時代) o era Tokugawa (徳川時代).  Es una época de aislamiento absoluto de Japón al comercio y a las relaciones con occidente, propiciando el desarrollo de escuelas artísticas que cada vez se acercan más a representar motivos populares de la sociedad nipona. En este contexto se desarrolla la escuela colorista Ukiyo-e (que después denominaría las obras de xilografía) y se consigue llegar al último momento de la representación de la mujer en el arte nipón: su papel popular.  En un primer momento, como ya vimos, jugó un papel simbólico, de orden engendrador y cultual, luego, vamos en transición sucesiva a una inscripción de la mujer a la naturaleza y las fiestas pupulares, y, ahora, nos encontramos con la representación femenina en el ámbito social, popular y sexual. En efecto, la escuela ukiyo-e fomentó las representaciones de la sociedad japonesa de aquellos tiempo, pero, por sobre todo, intentó mostrar las escenas vulgares y populares de la vida comunitaria. Por ello, se hizo muy recurrente las representaciones teatrales, tabernas, fiestas populares y escenas de la vida nocturna. Ahora, la mujer se manifiesta partícipe dentro de la sociedad: siendo objeto de deseo (escenas amorosas), escenas narrativas (la mujer en actividades cotidianas) y en representaciones con motivos sexuales. A este punto, la mujer está en contacto directo con los hombres, se desvaneció completamente la barrera divina que los separaba, además, se inscribe completamente en los procesos y escenas sociales de la época. Y, un factor muy importarte para los siglos posteriores, el cuerpo de la mujer deja de ser sagrado y pasa a ser erótico: la sexualidad de la mujer pasa a ser motivo y tema importante en las representaciones conforme ella misma continúa introduciéndose en la popularidad. De ello desprendemos -y analizaremos en el tercer ensayo- que mientras disminuye la divinización de la mujer, aumenta en la misma medida su potencial sexual y erótico, por lo tanto, en el arte nipón, el concepto de erotismo y divinidad, en cuanto a la mujer, son inversamente proporcionales.



«Vista de Shogi». Autor: Suzuki Harunobu. Formato: Chuban. Dimensiones: 25 x 20 cm. Año: 1776. «Casa de té Eijuan». Autor: Suzuki Harunobu. Dimensiones: 28x 19 cm. Año: 1768. Formato: Ukiyo-e, tema Bijin-ga. Periodo Edo (1616- 1868).

«Hanazuma de Hyõgoya ». Autor: Kitagawa  Utamaro. Formato: Ukiyo-e, tema Bijin-ga. Dimensiones:. 39 x 26 cm. Periodo Edo (1616- 1868). Museo Nacional de Tokyo.